domingo, 7 de junio de 2009

Es incomprensible la marcha de quienes no han querido plantear sus razones en el congreso


Veintitrés años después de la escisión del PNV y la posterior fundación de EA, Carlos Garaikoetxea revive la crudeza de la división irreconciliable en el seno de su organización. Esta vez desde el ángulo inverso al de 1986, pero no por ello la experiencia deja de ser amarga. De todas formas, sus convicciones pueden más que la pesadumbre. No en vano es el padre de la criatura, amén de lehendakari.

¿Lo ocurrido con los críticos de su partido le devuelve los recuerdos de la amarga experiencia de la escisión del PNV?

Son dos experiencias amargas, tristes, pero tienen poco en común: En EA esta crisis no viene precedida de la expulsión de un solo afiliado, en aquélla la dirección del PNV ya había expulsado a organizaciones enteras, como la de Navarra o la de Gasteiz, había dinamitado un Gobierno y las diferencias resultaban insuperables. En este caso, en vísperas de un congreso del partido en el que estaría representada toda la afiliación, me resulta incomprensible el paso dado por quienes no han querido siquiera plantear allí sus razones.

¿Qué siente al ver que el partido fundado por usted roza la desintegración?

Me parece que emplea palabras excesivas. Somos un partido con implantación en toda Euskal Herria. Fuera de ese sector crítico de Gipuzkoa, en el resto del País no hay desintegración alguna, y habrá que ver cuántos secundan a ese sector que controla el aparato y las instituciones forales de Gipuzkoa, porque en este territorio las tendencias, que estaban bastante equilibradas, ahora se descubrirá que no se querían aceptar las reglas democráticas de un Congreso.

El sector crítico denuncia que la ejecutiva nacional había puesto en cuestión la pervivencia de los principios fundacionales de EA.

Los principios fundacionales de EA yo los resumo en cuatro apartados: derechos humanos y no violencia, derecho de autodeterminación para crear un estado vasco, ideales de la socialdemocracia, y presencia responsable y activa en las instituciones. Los cuatro han permanecido intactos. Y, por cierto, somos el único partido vasco que ha mantenido los cuatro principios desde hace casi un cuarto de siglo.

Esos principios pasan, a su juicio, por revisar la postura respecto de la coalición electoral con el PNV.

Esos principios son los de EA y hay dos específicos, independencia y socialdemocracia, pero que no han impedido pactos con el PNV, con programas de mínimos, especialmente con Ibarretxe, que tuvo más apoyo en EA que en su partido.

Los críticos también han criticado los borradores de las ponencias que se votarán en el próximo congreso del partido, los cuales dan más poder a la Ejecutiva nacional y reducen el de las territoriales.

Los críticos no son los únicos que critican las ponencias, que serán objeto de múltiples enmiendas. Pero donde corresponde. Y para eso está el congreso.

No parecen dispuestos a entregar sus cargos, principalmente los 4 diputados y 7 junteros de Gipuzkoa. ¿Que opinión le merece? Recuerdan desde este sector que EA hizo lo propio cuando la escisión de 1986.

En 1986 se había producido un hecho excepcional: la gente y los parlamentarios vieron la defenestración del Gobierno que habían elegido y se encontraron con un conflicto que hoy no tiene parangón. Desde entonces, como recordó Amezketa, además se han firmado códigos, compromisos formales, para que no se den estos casos, ni siquiera para garantizar el mantenimiento de una institución, que no es el caso, porque EA ya lo garantiza.

A la luz de los resultados electorales del 1-M, ¿cree que su partido equivocó la estrategia?

En las últimas elecciones confluyeron muchas cosas: en primer lugar, nuestra identificación mutua y la lealtad con el lehendakari Ibarretxe fue tal, que muchos de nuestros electores y hasta afiliados corrieron a votarle, especialmente cuando las encuestas anunciaban empates técnicos con el PSE, con el PP al acecho. Nuestros críticos anunciaron que no aceptaban ni a sus candidatos por Gipuzkoa; y lo que traslució de nuestra campaña fue demasiado monotemático: parecía que EA sólo habló de soberanismo, aunque hacía actos sobre temas sociales, económicos, sectoriales todos los días…

¿Qué ha cambiado para que EA haya pasado de una continuada tradición de pacto con la formación jeltzale a una apuesta por ir en solitario y, a partir de ahí, buscar un polo soberanista?

El hecho objetivo es que EA en la legislatura 1998-2002, sin contar Nafarroa, obtuvo en solitario 108.000 votos y ha salido de las coaliciones con 38.000. Yo he apoyado la coalición en momentos excepcionales; incluso cuando se ha discutido este asunto en alguna asamblea, he llegado a argumentar que es más lógico proponer una federación que andar negociando cada dos años una coalición. Pero lo normal es que un partido que se considera tal, presente al electorado su propio proyecto. Después, se puede mantener la más leal colaboración, como lo hemos hecho con Ibarretxe, en coaliciones de Gobierno, aunando programas básicos si ha lugar.

¿Tiene esa apuesta por la formación de un polo soberanista algo que ver con la búsqueda de un espacio a la izquierda del PNV?

Ese polo, (la ponencia política no usa tal término), o ese ideal de aunar fuerzas de partidos abertzales y progresistas es una aspiración natural, y EA ha aclarado hasta la saciedad que no excluye a nadie que encaje en las coordenadas siguientes: Derechos Humanos y no violencia, soberanismo y propuestas progresistas. ¡Ojalá el PNV y todos asumieran esos tres principios básicos! Desde luego se ha distorsionado la propuesta. También es posible que no siempre se haya explicado con claridad.

Tras el 1-M, Aralar ha ocupado una parte importante no sólo del suelo electoral de la izquierda aber-tzale tradicional, también el de EA. ¿Ve amenazado su espacio político?

Francamente, yo creo que esos votantes de EA han apoyado a Ibarretxe o se han quedado en casa. En las próximas elecciones locales y forales yo espero que vuelvan la mayoría de ellos. Aunque Aralar se haya alejado de la estrategia de la violencia, su cultura política e izquierdismo sui generis heredados del MLNV, dicho sea con todos los respetos, todavía dista bastante de nuestra forma de ver las cosas.

¿Cree que EA remontará el vuelo tras el congreso?

Desde luego. La pena es que algunos se hayan ido antes. Las próximas elecciones locales darán la medida de un partido que hoy tiene más de 300 concejales afiliados, y una treintena de alcaldes.

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